Consideramos que es fundamental tener una clara concepción de los fundamentos de la doctrina de
Cristo, ya que nuestras convicciones determinarán nuestra forma de vivir.

Creemos que la Biblia es la Palabra de Dios verdadera y actual.

El único testamento de Dios para sus hijos, en el cual podemos entender Su voluntad y descubrir sus promesas y legados.
Juan 5:39; Romanos 15:4; 2a Timoteo 3:15-16; Hebreos 4:12; 2ª Pedro 1:19-21; 1ª Corintios 10:8 y 11. El fundamento de nuestras creencias está depositado en la Biblia, la cual entendemos como la herencia que Dios ha dado a los hombres, por propósitos. Entendemos que la Escritura es útil y eficaz para enseñar, corregir e instruir en justicia a todo hombre, no importando su condición o posición social. Entendemos que ésta no es de interpretación privada, y todo aquél que se acerque con sinceridad puede comprender las verdades que de ella se desprenden.

Hay un solo Dios, el cual se manifiesta como Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Juan 1:1: Juan 4:24: Juan 14:8-9: Romanos 9:5: 1a Juan 5:7 y 20: Judas 24-25: Isaías 9:6-7. Creemos en la existencia de un solo Dios soberano, Todopoderoso, Omnisciente, Omnipresente, Inmutable y Veraz. El cuál se ha manifestado a través de la historia de la humanidad como Padre en el Antiguo Testamento, como Hijo en los evangelios y como el Espíritu Santo en el libro de los Hechos y hasta nuestros días.

Jesucristo es el Dios eterno venido en carne a esta tierra.

Juan 1:14; Juan 14:8-9; 1a. Juan 4:2; 1 Juan 5:20; Romanos 9:5; Apocalipsis 1:17-18. Entendemos que Jesucristo siendo Dios se despojó a sí mismo de toda divinidad, tomó forma de hombre y se humilló así mismo hasta la muerte en la cruz; siendo de esta manera, el autor de la eterna redención para los que creen.

Jesucristo nació de una mujer virgen llamada María, que lo engendró sobrenaturalmente por obra del Espíritu Santo; creemos que Jesús vivió sin pecado y sin mancha.

Mateo 1:18-25; Lucas 1:26-27; 2a Corintios 5:21; Hebreos 4:15; Hebreos 7:26; Lucas 23:14, 15, 22. Entendemos que en Cristo se cumplieron todas las profecías habladas desde tiempos remotos por los antiguos profetas, y que era necesario un cordero puro y santo para que fuese cumplido su propósito: el justo muriendo por los injustos.

Jesús al morir descendió a lo más profundo padeciendo por nosotros.

Ató a Satanás para los que creen en Él, y lo desató para engañar a las naciones, venció la muerte y resucitó corporalmente al tercer día y se sentó en el trono de gloria esperando a que la iglesia, cooperando con el Espíritu Santo ponga a sus enemigos por debajo de sus pies; para venir en forma corporal sin relación con el pecado, para separar a todos los que le aceptaron de los que le rechazaron. Jesucristo al morir en la cruz padeció una sola vez por los pecados de la humanidad, a través de este acto despojó a todo principado y potestad y triunfó sobre ellos, descendió a las partes más bajas de la tierra, predicó a los espíritus encarcelados y resucitó corporalmente al tercer día presentándose vivo con muchas pruebas indudables. Este acto de profundo amor lo ha hecho el Señor sobre todo lo creado. Estableciendo su reino y en espera que la Iglesia guiada por él cumpla su función de dar a conocer a toda persona y nación, la misericordia de su evangelio.

Creemos que el Reino de Dios ya ha venido y ha sido establecido desde el día en que Jesucristo resucitó. Creemos que el Reino de Dios día con día se está expandiendo hasta que finalmente prevalezca sobre todos los demás reinos.

Daniel 2:35-44; Mateo 6:9-10; Isaías 9:7; Colosenses 1:13. Entendemos que Dios es, ha sido y será siempre Rey, que el gobierna con autoridad y justicia. Todos tenemos la oportunidad de decidir si deseamos que él reine sobre nuestras vidas, y en la medida que más personas toman esta decisión el reino de Dios se irá extendiendo hasta que toda la Tierra sea llena de Su gloria.

Creemos que después de esta vida hay un lugar eterno preparado para los verdaderos creyentes y un lugar de juicio para aquellos que rechazaron la verdad y amaron las tinieblas.

Juan 14:2; Marcos 9:42-46; 2a.Tesalonicenses 1:7-9. Toda persona que muera sin haber reconocido a Jesucristo y que no haya dispuesto su corazón a obedecer el evangelio de nuestro Señor Jesucristo, sufrirá pena de eterna perdición separado de la presencia de Dios, no así los que dispusieron su corazón para creer con fe en Jesucristo los cuáles morirán eternamente en su presencia.

Tenemos un enemigo personal llamado Satanás.

Mateo 4:1-11; Efesios 6:12;1a. Pedro 5:6. Este es conocido como el padre de mentira, engañando a todas las naciones y evitando que lleguen al conocimiento de Dios, su designio siempre es el mal y su propósito es robar, matar y destruir.

Todas las personas han pecado, y la única forma de ser limpiados del pecado es a través de la fe en la sangre que Jesucristo derramó en la cruz por los pecados de todo el mundo. Nadie puede salvarse así mismo a menos que se arrepienta de sus pecados y confiese con su boca que Jesucristo es el único Señor y Salvador.

Isaías 64:6; Efesios 2:8-9; Romanos 3:10-24; Romanos 5:1; Romanos 6:23; Isaías 53:4-12; 1a. Tesalonicenses 5:23. En el cual podemos entender su voluntad y descubrir sus promesas y legados. Todas las personas han realizado actos contra la voluntad de Dios, esto ha hecho una barrera entre Dios y los hombres, y la única manera de ser liberados de la esclavitud al pecado y derrumbar toda barrera es por medio de la fe en el sacrificio que Cristo realizó en pago de nuestros delitos y pecados. Por lo que todos necesitamos un Salvador, ninguno puede ser justificado delante de Dios por buenas obras. Lo que hizo Jesús en la cruz nos confiere de sanidad total; en espíritu, alma y cuerpo.

El creyente debe someterse a la experiencia del bautismo en agua por inmersión, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo / el Señor Jesucristo.

Mateo 28:19; Marcos 16:16; Hechos 2:38; Romanos 6:1-5. El acto del bautismo debe ser precedido por: arrepentimiento genuino de nuestros pecados y entrega por medio de la fe en Jesucristo. A través de este acto el creyente se identifica con la muerte y resurrección de Cristo y decide morir a su antigua manera de vivir, disponiéndose a andar en vida nueva. El nombre del Padre es el "Señor", el nombre del Hijo es "Jesús", el nombre del Espíritu Santo es "Cristo", es decir, la unción o el carisma, por lo que bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, o bautizar en el nombre del Señor Jesús Cristo es equivalente.

El Espíritu que mora en el creyente lo capacita para vivir una vida santa que manifieste el fruto del Espíritu Santo y capacita al creyente para que ponga sus manos sobre los enfermos y sanen, para hablar en nuevas lenguas y para echar fuera demonios.

Efesios 3:17; 1a. Corintios 1:2; Mateo 7:19; Juan 15:8; Gálatas 5:22-23; Marcos 16:17-18. Entendemos que al confesar a Cristo como el único Señor y Salvador hará que Él venga a morar al corazón de cada creyente, confiriéndole la calidad de "apartado para el Señor" (significado real de la palabra santo). Capacitándole para desarrollar los frutos del: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Así como el tener acceso a los dones del que nos confiere la capacidad de orar por los enfermos y que estos sean sanados y echar fuera demonios.

El creyente necesita recibir el bautismo en el Espíritu Santo con la evidencia de hablar en lenguas o gemidos indecibles, capacitándolo para moverse en los dones del Espíritu, los cuales deben ser practicados en la Iglesia de hoy.

Juan 14:16-17; Hechos 1:5; Hechos 2:1-4; Hechos 8:17; Hechos 10:44-46; Hechos 19:6; Romanos 8:26; 1a. Corintios 12:4-11. Todo creyente debe experimentar el bautismo en el Espíritu Santo, que significa ser revestido del Espíritu Santo, siendo dotados a través de este acto de fe de la capacidad sobrenatural de moverse en los dones del Espíritu: Palabra de sabiduría, palabra de ciencia, fe, dones de sanidades, hacer milagros, profecía, discernimiento de espíritus, diversos géneros de lenguas, interpretación de lenguas. Lo cual capacita a la Iglesia de hoy para desarrollar con mayor eficiencia su labor de propagación del evangelio.

La vida cristiana actual se debe caracterizar por estar llena de justicia, paz y gozo. Creemos que el cristianismo como forma de vida es agradable, y que la voluntad de Dios para sus hijos es que prosperen en todas las cosas y que tengan salud. El estilo de vida de un verdadero cristiano atrae a los pecadores y les provoca arrepentimiento.

Romanos 14:17; Romanos 12:2; 3a. Juan 1-2; Marcos 7:24-25. .
Creemos que la voluntad de Dios para sus hijos es buena, agradable y perfecta, siendo el deseo de Dios el que todos sus hijos gocen de una vida plena y feliz, y el designio de su voluntad que prosperen en todas las cosas en la medida que prospera su alma y que tengan salud. Entendemos que el creyente no debe ser contencioso en opiniones diversas, sino amable y humilde, disponiéndose a dar a conocer las verdades que exponen las Escrituras con el deseo de transmitir esperanza a la vida de las personas. Y a semejanza de Cristo atraer a los pecadores, no rechazándolos o juzgándolos.

Entendemos que un cristiano auténtico es aquél que está sometido al gobierno y autoridad de Jesucristo, cuya voluntad se expresa por medio de las Escrituras, siendo el Señor el que rige su conducta y estilo de vida, sometiéndose a toda autoridad.

Romanos 13:1-5; 1a. Corintios 11:3; 1a. Juan 1:3-8; Juan 15:7.
La conducta de un cristiano auténtico se caracteriza por guardar una total sujeción a la autoridad de Jesucristo, revelada a través de sus mandamientos en la Escritura, siendo esta la que dirige sus hábitos de conducta. Creemos que un creyente debe someterse a los gobiernos civiles de cada país, este sometimiento debe regirse por la obediencia a las leyes y reglamentos correspondientes, pagando contribuciones, impuestos, guardando respeto a las autoridades establecidas, y dando honor a los símbolos patrios característicos de cada nación.

Como creyentes sujetos a la Escritura no participamos de las cosas que la Biblia prohíbe expresamente.

Levítico 19:31; Deuteronomio 18:10-12; Apocalipsis 21:8; Gálatas 5:19-21.
Entendemos que la Biblia prohíbe a todo creyente participar de cultos y/o actividades como: consulta, invocación y/o adoración a los muertos. Toda clase de adivinación, ocultismo, hechicerías, brujería, parapsicología, horóscopos, control mental, meditación trascendental, yoga, o cualquier otra filosofía que es ajena o contraria a la escritura. Participar de todo tipo de adoración a ídolos. Celebraciones de festividades religiosas que no estén registradas y avaladas por la Biblia.

Creemos que a un creyente le es necesario asistir a las reuniones de la iglesia local fiel y puntualmente.

Hebreos 10:24-25.
Entendemos como una necesidad para su propio crecimiento y desarrollo espiritual el que cada creyente, asista a las reuniones de la iglesia con el propósito de equiparse para vivir para Dios y para los que le rodean.

Creemos que la Iglesia fue fundada por nuestro Señor Jesucristo y que esta debe ser entendida como el conjunto de creyentes y no como una organización administrativa. La Iglesia debe regirse y edificarse a través del modelo presentado en las Escrituras en donde Cristo es la autoridad máxima.

Mateo 16:2; Hechos 20:28; Efesios 5:23; Romanos 12:4-5; Colosenses 1:28; 1a. Corintios 1:2.
La iglesia es edificada sobre la persona de Jesucristo, y la componen todos los creyentes que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo.

La única cabeza de la Iglesia es y será Jesucristo y en él edificamos sobre siete fundamentos: a) Arrepentimiento,b) Fe, c) Bautismos, d) Imposición de manos, e) Resurrección de los muertos, f) Juicio eterno, g) Ir a la perfección

Efesios 1:22; Efesios 4:14; Colosenses 1:18; Colosenses 2:10; Hebreos 6:1-2.
La iglesia local debe estar bien arraigada y cimentada en los rudimentos de la doctrina de Cristo y de ahí partir al perfeccionamiento de cada creyente.

Para que la iglesia local funcione correctamente deben operar en ella, cuatro fundamentos básicos:

Hechos 2:42-47.

  • Doctrina de los apóstoles
  • Comunión unos con otros
  • Partimiento del pan
  • Oraciones

Estos cuatro elementos inciden en la comunión del creyente, con Dios y la comunión del creyente con las personas que componen la iglesia local. Entendemos como el propósito de la iglesia:

  • Ayudar a otros a reconciliarse con Dios y experimentar una nueva vida.
  • Ayudar a sanar las heridas que el trato con el mundo les ha ocasionado.
  • Ayudarles a encontrar propósito para sus vidas.
  • Ayudar a equiparles para dicho propósito.
  • Enviarles a su comunidad para que sean bendición a los que les rodean.

Los cinco ministerios operan en la iglesia de hoy en la misma forma que existieron en la iglesia primitiva.

Efesios 4:11-15; Tito 1:5-9; 1a; Timoteo 2:12; 1a. Corintios 11:10.
Los cinco ministerios descritos en las Escrituras: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, tienen el propósito de equipar a los santos para realizar la obra del ministerio, así como el perfeccionamiento del creyente.

Creemos que no ha habido, no hay y no habrá, mujeres apóstolas, profetas, evangelistas, pastoras y maestras según Efesios 4:11.

Efesios 4:11.
En Centro de Vida Cristiana tenemos una gran cantidad de mujeres sirviendo en posiciones de liderazgo, sin embargo, de acuerdo a Efesios 4:11 no debe haber mujeres apóstoles, profetas, evangelistas, pastoras o maestras.

Entendemos que Dios ha puesto líderes, ancianos y ministerios para servir, cuidar, alimentar, disciplinar y guiar a su pueblo, siendo la meta final el perfeccionamiento de los creyentes.

Efesios 4:11-15; Tito 1:5-8; Colosenses 1:28.
Entendemos que el propósito de la Iglesia es ayudar a cada creyente a encontrar un lugar de utilidad para Dios y para la comunidad. Alentándole a colocar a Dios en el primer lugar en su vida y como consecuencia a disponerse a ser una persona de utilidad y de provecho para los que le rodean. Siendo la meta final que caminemos a semejanza de Cristo.

Es nuestro deber evangelizar a todo el mundo.

Mateo 28:19-20; Ezequiel 3:17-18; Romanos 10:8-15; 2a. Corintios 5:18-21.
Entendemos que nuestra responsabilidad como creyentes, es transmitir las buenas nuevas del evangelio de reconciliación a toda raza, cultura y nación. Animándoles a someterse al Señorío de Cristo.

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